El surf y el snowboard son distintos, está claro. Las
sensaciones que transmiten también.
Siempre escuché “cuando empieces a surfear te va a molar más
que el snowboard”. De momento eso no ha pasado y me explico mis sensaciones.
El snowboard es la ostia, cremón. Estar en la montaña, bajar
una pista bien ancha, nieve polvo, solazo, giros bien aaaanchos y largos y
mucha velocidad es indescriptible, y quizás esa sea la mejor descripción. A mi
me gusta “pistear”. Una bajada por fuera de pistas escuchando el sonido que
emite tu tabla al romper la nieve virgen es increíble. Quizás el único momento
que no es tan divertido es subir en la silla o esperar las colas, aunque en ese
momento vuelas en tu mente recordando la bajada que acabas de pegar e
imaginando el próximo camino por donde te vas a meter.
El surf es distinto, pero ojo, es la de dios también. No
intentes conseguir la velocidad que tienes en la nieve, ni tan siquiera esos
giros eternos que haces en la montaña, no tiene nada que ver. Sólo coges una
ola, corres la pared, y ya sabes porque te encanta el surf. Estas encima de una
ola! Te lleva! No es una superficie dura, ni estará polvo ni con placas de
hielo, pero eso es lo que la hace mágica. Estas en una ola y la sensación de
que te lleve no la tienes en ningún lado. Remas, te levantas, giras, caes.
Cuando estás en una lavadora lo pasas mal, pero al mismo tiempo tienes ganas de
estar otra vez ahí, revolcándote. Es felicidad y naturaleza.
Igual a uno que le gusta más una cosa que la otra, todavía no ha
encontrado la esencia de cada deporte, o igual si y el que no la encontró fui
yo, no sé… De momento escojo no escoger.